1859. Publicación de El Origen de las Especies


El Origen de las Especies se publicó finalmente en el año 1859. La primera impresión fue de sólo mil doscientos cincuenta ejemplares, pero se agotó el mismo día. Luego de la publicación de su libro, Darwin continuó produciendo nuevas obras tales como De los diferentes artificios mediante los cuales las orquídeas son fecundadas por los insectos (1862), La variación de los animales y las plantas bajo la acción de la domesticación (1868), La descendencia humana (generalmente traducida al español como El origen del hombre) (1871) donde aborda el origen de nuestra especie, La expresión de las emociones en el hombre y en los animales (1872), Sobre la formación del mantillo vegetal gracias a la acción de las lombrices (1881), entre otras. Paralelamente se hallaban utensilios y fósiles humanos, como el del hombre de Neanderthal. Esto llevó a algunos científicos como Lyell y Thomas H. Huxley (1825-1895) a publicar sus ideas acerca de cómo la teoría evolutiva se aplicaba a la evolución humana. Ya en La descendencia humana, Darwin argumentó que el hombre desciende de un primate simiesco y dedujo también que el hombre debía de tener su origen en África (como luego fue comprobado). Darwin no dijo nunca explícitamente que el hombre descendiera de algún mono existente, afirmaba que el hombre descendería de una forma inferior, esta forma sería el famoso "eslabón perdido". Negó la suposición de que el origen del hombre pueda hacerse remontar hasta una sola pareja de progenitores. Las pruebas de la antigüedad del hombre eran en esa época mucho menos impresionantes y concluyentes que lo que son hoy. Mientras volvía a sus silenciosas investigaciones, la teoría evolutiva creaba tanto entusiasmo como polémica, pero como Darwin tenía una gran resistencia a enfrentarse públicamente, no fue él quien llevó adelante las discusiones que se iban presentando. Quien se hizo cargo de la defensa de las ideas evolucionistas, tanto en el ámbito científico como en el religioso, fue su amigo y colega Thomas Huxley, conocido por ello como "el bulldog de Darwin". Aunque desde la institución religiosa las críticas pronto se hicieron escuchar, la oposición no fue unánime, ya que entre los teólogos contemporáneos de Darwin existían argumentaciones tanto en favor como en contra del evolucionismo. En la comunidad científica existían algunos aspectos conflictivos, por ejemplo el mecanismo de transmisión de la herencia, en los que Gregor Mendel (1822-1884) trabajaba paralelamente sin conocer las ideas de Darwin. Por otra parte, los geólogos también habían preparado el camino para la teoría de la evolución: entre ellos, James Hutton (1726-1797) propuso la teoría del uniformitarismo. Si bien estas cuestiones sólo se pudieron esclarecer varias décadas más tarde, la teoría de Darwin salió airosa en la mayor parte de las discusiones. La teoría de Darwin recibió todo tipo de críticas, desde chistes y caricaturas en la prensa inglesa, hasta adhesiones y oposiciones de otros científicos de la época. Entre las críticas favorables pueden mencionarse la de Thomas Huxley, la de Joseph Hooker, la del célebre geólogo Lyell, la del filósofo Herbert Spencer (1820-1903). El naturalista alemán Ernst Haeckel (1834-1919) fue quien utilizó por primera vez el término "ecología" para referirse a las relaciones de los seres vivos entre sí y con el ambiente. Haeckel aceptó las ideas de Darwin y propuso que el desarrollo del embrión es como una síntesis del proceso evolutivo. Esta propuesta recibió numerosas críticas. Luego fue rechazada. Entre los opositores principales se hicieron oír Adam Sedgwick, geólogo con quien Darwin había trabajado en el pasado. Richard Owen (1804-1892), destacado paleontólogo y especialista en anatomía comparada, y amigo de Darwin, defendió la tesis de George Cuvier (1769-1832) –científico francés que adhería a una postura fijista– y lo acusó de haberse alejado del método científico. Entre los opositores también se encontraba el fisiólogo francés Claude Bernard (1813-1878), quien realizó importantes investigaciones en fisiología y comenzó a vislumbrar el concepto de un medio interno constante. En 1872, la Academia Francesa rechazó la propuesta de nombrar a Darwin como miembro honorario de la sección de zoología. Darwin no eludió la confrontación provocada por el contraste al menos aparente entre la teoría y la dificultad de encontrar explicaciones particulares. El capítulo 6 de El Origen de las especies está dedicado precisamente a las dificultades de la teoría. En los años posteriores a su presentación, la teoría de la evolución biológica superó definitivamente a la postura conocida como fijismo o creacionismo, y fue aceptada por la mayoría de los científicos de la época, instalando la idea de que las especies descienden unas de otras y que se transforman a través del tiempo, mediante el proceso de selección natural, resignificando definitivamente la existencia de los fósiles como el testimonio de este proceso. Darwin murió en su casa de Down en 1882 y sus restos fueron enterrados con todos los honores, junto a los de Isaac Newton (1642-1727) en la Abadía de Westminster. El "descubrimiento" de que la vida evolucionó representa uno de los más grandes hallazgos en la historia de la ciencia. Durante este siglo, diferentes ramas de la biología han ido aportando evidencias tan fuertes que han puesto de manifiesto que el proceso evolutivo es un hecho y, al mismo tiempo, enriquecieron la teoría darwinista.

Véase también: cap. 17