1543. La revolución científica - La sífilis


Se piensa que la llamada “Revolución científica” comenzó en 1543, cuando el científico polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) publicó su libro De Revolutionibus Orbium Coelestium (De las revoluciones de los cuerpos celestes) en el que exponía su concepción sobre el sistema solar, que era radicalmente opuesta a las creencias del momento. Copérnico anunció: “La Tierra no es el centro del Universo”. Por otra parte, un anatomista flamenco, Andrés Vesalio (1514-1564), se dedicó a corregir los errores de sus predecesores. Publicó De la estructura del cuerpo humano aprovechando la ventaja de las nuevas técnicas para imprimir, lo que le permitió introducir ilustraciones. Retomó la práctica de las disecciones del cuerpo humano y los dibujos de músculos realizados para su libro nunca pudieron ser superados. Vesalio marcó el comienzo de la anatomía moderna. Uno de sus mayores aportes fue la demostración de que el hombre y la mujer tienen el mismo número de costillas, con lo que se desterró el concepto bíblico vigente hasta el momento. También introdujo la idea de que era el cerebro y no el corazón el centro de las emociones y la comprensión. Sin embargo, sus opiniones se consideraron heréticas y las disecciones, ilegales. En consecuencia, fue obligado a realizar una peregrinación a Tierra Santa y, en el viaje de regreso, desapareció en un naufragio. Pese a esto, Vesalio logró provocar una “revolución” que resultaría efectiva. Mientras tanto, una nueva enfermedad comenzó a propagarse en Europa, la sífilis. Se cree que esta enfermedad ya estaba presente en la antigüedad. Algunos especialistas interpretan ciertos pasajes de la Biblia, como la plaga de Baallpeor (Números 25:8) o la enfermedad de los filisteos (Samuel I, 5 y 6), como referencias de la sífilis. Hoy en día, las enfermedades de transmisión sexual continúan siendo las más extendidas en todo el mundo. En algunos países han adquirido proporciones de auténticas epidemias, sobre todo entre los adolescentes y los adultos jóvenes, aunque los antibióticos modernos pueden curar la sífilis. Sin embargo, a pesar de los importantes avances en la ciencia médica, existen otras enfermedades de transmisión sexual y los individuos sexualmente activos tienen más razones que nunca para seguir los consejos profetizados en 1564 por el anatomista italiano Gabriel Fallopius (1523-1562), quien describió los oviductos o trompas de Falopio, que sabiamente recomendaba el uso de condones para prevenir la transmisión de las enfermedades venéreas. Parece cierto que personajes como Al Capone, Florence Nightingale y Napoleón Bonaparte padecieron sífilis. También podría ser posible que la sordera que afectó a Ludwig van Beethoven tuviera ese origen. Esta enfermedad de transmisión sexual puede causar lesiones neurológicas graves si no se diagnostica y trata convenientemente. La introducción de los antibióticos en 1940 permitió alcanzar mínimos históricos de la enfermedad en 1956. Sin embargo, a partir de 1986 se produjo un incremento alarmante. En 1989 se diagnosticaron 100.000 nuevos casos y en la actualidad alcanzó los niveles más altos desde la Segunda Guerra Mundial.

Véanse también: cap. 30 y 41