1880. Weissman y el plasma germinal


El biólogo alemán August Weismann (1834-1914) refutó experimentalmente la hipótesis de la herencia de los caracteres adquiridos y demostró que había una suerte de permanencia de las características genéticas que van pasando inalteradas de padres a hijos. Sobre esta base, sugirió la distinción entre el "plasma germinal", que se transmite de generación en generación, y el "plasma somático", que constituye el cuerpo de los organismos. Ambos factores serían independientes, de modo que cualquier modificación que sufriera el plasma somático no sería transmitida a los descendientes. Las características somáticas adquiridas por un individuo no serían heredables dado que, como las células que forman parte del cuerpo de los organismos son diferentes de las células sexuales (los óvulos y los espermatozoides), los cambios en el cuerpo no pueden transferirse a las células germinales y, por lo tanto, no pasarían a la siguiente generación. Durante la segunda mitad del siglo XIX, los biólogos se habían dedicado al estudio minucioso de las células. En estos momentos del desarrollo de la ciencia parecía lógico buscar las partículas hereditarias dentro del núcleo de las células. Hacia 1880, un biólogo alemán, Walther Flemming (1843-1905), con el perfeccionamiento de los microscopios descubrió que el núcleo contiene un material que puede impregnarse de un tinte rojo que permite destacarlo sobre un fondo incoloro. Los investigadores observaron estas estructuras en forma de bastones que, como se teñían diferencialmente, fueron llamadas cromosomas. Descubrieron que poseían algunas características llamativas: su número se mantiene constante en todas las células de un individuo y éste también se conserva en todos los individuos de una misma especie.

Véase también: Sección 3