1865. Los experimentos de Mendel


Aproximadamente en la misma época en que Darwin estaba escribiendo El Origen de las Especies, un monje austríaco, Gregor Mendel (1822-1884), iniciaba una serie de experimentos que llevaría a la comprensión del mecanismo de la herencia. Mendel, que había nacido en una familia de campesinos en 1822, entró en un monasterio en Brünn (actualmente Brno, República Checa), en el que pudo recibir educación. Asistió a la Universidad de Viena durante dos años, donde estudió matemática y otras ciencias. Luego de fracasar en los exámenes para obtener el certificado de docencia al que aspiraba, se retiró al monasterio, en el que finalmente llegó a ser abad. El trabajo de Mendel, llevado a cabo en un tranquilo jardín del monasterio e ignorado hasta después de su muerte, marca el comienzo de la genética moderna. Según algunos historiadores de la ciencia, la gran contribución de Mendel fue demostrar que las características heredadas se llevan en unidades aisladas que se reparten por separado –se redistribuyen– en cada generación. Estas unidades aisladas, que Mendel llamó elemente, son las que hoy conocemos como genes. Para sus experimentos sobre herencia, Mendel escogió el guisante común, Pisum sativum, lo que resultó una muy buena elección. Las plantas se conseguían en el comercio, eran fáciles de cultivar y crecían con rapidez. Las distintas variedades de plantas tenían características cuyas variantes eran claramente diferentes y constituían líneas que se reproducían puras y reaparecían sin cambios de una generación a la siguiente. Como dijo Mendel en su trabajo original, "El valor y la utilidad de cualquier experimento dependen de la elección del material adecuado al propósito para el cual se lo usa". La elección de Mendel de la planta de guisante para sus experimentos no fue original. Sin embargo, su éxito en la formulación de los principios fundamentales de la herencia, en la que otros habían fracasado, se debió a su enfoque del problema. En primer lugar, sometió a prueba una hipótesis muy específica en una serie de experimentos lógicos. Planeó sus experimentos con cuidado e imaginación y eligió para su estudio solamente características hereditarias con variantes bien definidas y mensurables. En segundo lugar, no sólo estudió la progenie de la primera generación, sino también la de la segunda y de las subsiguientes. Tercero, y lo más importante, contó los descendientes y luego analizó los resultados matemáticamente. Aunque su matemática era simple, la idea de que un problema biológico se podía estudiar en forma cuantitativa fue sorprendentemente nueva. Finalmente, organizó los datos de tal manera que sus resultados se pudieran evaluar en forma simple y objetiva. Los experimentos mismos fueron descritos con tanta claridad que pudieron ser repetidos y controlados por otros científicos. Mendel comunicó sus experimentos en 1865, ante un pequeño grupo de asistentes a una reunión de la Sociedad de Historia Natural de Brünn. Aparentemente, nadie comprendió el significado de sus resultados. Sin embargo, al año siguiente, su trabajo fue publicado en las Actas de la Sociedad, una revista que circulaba por las bibliotecas de toda Europa. A pesar de ello, fue ignorado durante 35 años, en la mayor parte de los cuales Mendel se dedicó a sus deberes de abad sin recibir reconocimiento científico alguno sino sólo después de su muerte. Era, para utilizar la frase de DuPraw "…un extraño viajero, cuyo relato no se ajustaba a nada conocido".

Véase también: cap. 8